Revilla le dedica un implacable minuto a María Guardiola sobre el robo de votos en Extremadura: “Es infumable”

En el programa ‘laSexta Xplica’ del 20 de diciembre de 2025, justo en vísperas de las elecciones autonómicas en Extremadura, Miguel Ángel Revilla, el veterano político cántabro conocido por su franqueza sin filtros, dedicó un minuto completo a una crítica demoledora contra María Guardiola, la presidenta de la Junta y candidata del Partido Popular a la reelección.
Con un tono duro, lenguaje directo y una actitud inflexible, Revilla tildó de “infumable” el discurso de la líder popular sobre un supuesto “robo de votos” y “pucherazo” electoral, en referencia al incidente ocurrido en una oficina de Correos en Fuente de Cantos, Badajoz.
Esta intervención no solo generó inmediata controversia en las redes sociales y medios, sino que planteó serias dudas sobre la responsabilidad política de agitar teorías conspirativas en un contexto electoral tan tenso.
El detonante de las palabras de Revilla fue el robo de 124 votos por correo en la mencionada sucursal de Correos, un suceso que Guardiola y el PP nacional elevaron rápidamente a la categoría de ataque a la democracia.
La presidenta extremeña publicó un vídeo viral en el que afirmaba: “Se está robando la democracia delante de nuestros ojos”. Sus declaraciones, respaldadas por figuras como Alberto Núñez Feijóo, alimentaron una narrativa de fraude electoral que dominó los últimos días de campaña.
Sin embargo, la Guardia Civil clasificó el incidente como delincuencia común —los ladrones se llevaron una caja fuerte con dinero en efectivo—, y no encontró indicios de manipulación política. Los votantes afectados pudieron emitir su sufragio de nuevo, minimizando cualquier impacto real en el proceso.
Revilla, invitado habitual en espacios televisivos por su capacidad para conectar con la audiencia a través de un discurso populista y directo, no se contuvo. “El discurso del pucherazo es muy peligroso”, comenzó, antes de cargar directamente contra Guardiola: “Es infumable”.
Argumentó que acusar de fraude sin pruebas sólidas erosiona la confianza en las instituciones democráticas, especialmente en un país como España, donde el sistema electoral goza de reconocimiento internacional por su robustez.
“En qué país del mundo hay libertad para decir lo que se está diciendo”, ironizó, recordando que tales afirmaciones podrían volverse en contra si los resultados no favorecen a quien las pronuncia.
Revilla advirtió incluso de un escenario hipotético: si el PSOE lograra gobernar, el PP hablaría de pucherazo con mayor vehemencia.
Esta crítica no cayó en vacío.
En un clima político polarizado, donde las elecciones del 21 de diciembre se presentaban como un termómetro nacional —con el PP buscando mayoría absoluta para evitar depender de Vox, y el PSOE luchando por no hundirse tras escándalos internos—, las palabras de Revilla resonaron como una acusación contundente.
Muchos analistas vieron en su intervención un reflejo del malestar de sectores moderados ante estrategias que priorizan la confrontación sobre el debate programático.
Guardiola, por su parte, había evitado debates televisivos y mantenido un perfil bajo en los días previos, lo que algunos interpretaron como cálculo para no confrontar directamente las acusaciones de la oposición.
El contexto extremeño era explosivo. Guardiola convocó elecciones anticipadas con la esperanza de emanciparse de Vox, tras una legislatura marcada por tensiones con la ultraderecha.
Sin embargo, el robo en Correos —junto a bulos sobre papeletas “erróneas” que en realidad obedecían a la normativa provincial— sirvió al PP para movilizar a su base, acusando al Gobierno central de connivencia.
Críticos como Pedro Sánchez o el propio Revilla lo calificaron de “cortina de humo” para tapar problemas internos del PP, como casos de acoso o la dependencia de Vox.
Al final, los resultados del 21 de diciembre confirmaron la victoria del PP con 29 escaños —uno más que en 2023—, pero sin mayoría absoluta, obligando a Guardiola a negociar de nuevo con una Vox fortalecida en 11 diputados. El PSOE sufrió un batacazo histórico, perdiendo 10 escaños.
La intervención de Revilla trascendió lo anecdótico porque tocó un nervio sensible: la responsabilidad de los líderes políticos en no deslegitimar el sistema democrático por tácticas electorales. En un minuto, con su estilo inconfundible, transformó una crítica puntual en una reflexión sobre los límites del discurso político.
“Es arriesgado lo que voy a decir, pero como digo lo que me da la gana…”, advirtió antes de lanzar su andanada.
Esa libertad de expresión, tan característica de Revilla, contrastó con lo que muchos vieron como una sobreactuación de Guardiola, que insistió en que “da igual cuáles sean las conclusiones” de la Guardia Civil.
La controversia generada por este minuto televisivo se extendió rápidamente. En redes sociales, hashtags como #PucherazoExtremadura o #RevillaVsGuardiola trending, dividieron opiniones: unos aplaudieron la franqueza del cántabro por defender la integridad electoral; otros lo acusaron de parcialidad por su cercanía histórica al PSOE.
Medios de distintos signos analizaron el impacto: para unos, Revilla había puesto el dedo en la llaga de una estrategia peligrosa; para otros, minimizaba un incidente grave que afectaba al derecho al voto.
En definitiva, este episodio ilustra cómo un minuto de televisión puede encapsular las tensiones de una campaña. Revilla, con su tono implacable, no solo criticó a Guardiola, sino que planteó preguntas mayores sobre la madurez democrática en España.
¿Hasta dónde llega la libertad para cuestionar resultados electorales? ¿Es responsable agitar fantasmas de fraude sin evidencia concluyente? Las elecciones extremeñas pasaron, con Guardiola revalidando su victoria pero atada a Vox, y el PSOE en crisis profunda.
Pero el “minuto infumable” de Revilla queda como recordatorio de que, en política, las palabras pesan, y acusaciones graves exigen pruebas igualmente graves. La democracia española, sólida como se demostró una vez más, resiste, pero no es inmune a quienes la ponen en duda por conveniencia.